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viernes, 21 de octubre de 2011

El Príncipe de las Mareas



Y un murmullo se oía bajo el silencio de esa oscura noche sin luna llena de verano, con la fogata como candente luz que acompañaba nuestros momentos en esa playa apartada de la urbe sacrificada por las masas de intrusos de otras lenguas... pero oíamos saltar el pez que busca comida en la orilla del mar, aleteando feliz sabiendo que nosotros no lo vamos a pescar, que lo vamos a dejar vivir, que queremos verle procrear... A mí, me daba la luz en los ojos, la luz del fuego y decías que parecían dos soles iluminando el mar, a ti... te sorprendía el agua cristalina que golpeaba en la orilla mojando tu varonil y dulce rostro, y tu sonrisa, con esos dientes blancos como la nácar, era la sonrisa más natural y más hermosa que una princesa jamás pudiera ver...
El mar estaba entre tu y yo... un sueño de mar, un mar de ensueño.
Localizábamos nuestras manos para juntarlas y atrapar ese mar que llevaba muchos mensajes embotellados, capítulos de nuestra vida, el primero al nacer, el segundo al crecer, el tercero al enamorarnos de nuestros amores, el cuarto nuestros hijos, el quinto nuestra responsabilidad para con ellos..., el sexto, o el séptimo o el octavo, era ese capítulo en blanco que no sabemos leer, es ese capítulo sin letras que es manipulado por lo más oculto de nuestro ser, por esa parte nuestra que nadie debe saber, y se reflejan los sueños que siempre quisimos que se hicieran realidad, aún en blanco, aún por llegar para mí, no para ti, que siempre haces saber que todos tus capítulos están escritos, pero yo sabía que te gustaría llenar un capítulo de sueños diferentes, aquellos sueños que nunca impedían continuar con la vida, aquellos sueños que hacen feliz por instantes, con los que bailas de entusiasmo por minutos, aquellos que se sienten como pellizquitos en el corazón, aquellos que las princesas recuerdan en los cuentos... aquellos sueños que ni dormidos ni despiertos, que ni locos ni cuerdos, aquellos que se quedan como guardados dentro de una caja de cristal de bohemia en el corazón, que quieren ser liberados, que no pueden fácilmente escapar, pero con cada fuga de una parte de esos sueños por una mella de la cajita... se salta de alegría y de satisfacción personal... Te creces con ellos, y los vuelves a esconder para que no se sepa que te hicieron momentáneamente feliz y sonreir abiertamente en libertad...
Un mar trae a mí... un sueño, en una noche sin luna llena y junto a ti, frente a una fogata, lo guardo en mi caja, es un sueño de esos que les llaman “imposibles” tiene un halo fugaz, se convierte en caballito de mar si lo acaricias, viene y va, desaparece y vuelve, recrea a las almas nobles, consuela a espíritus solitarios, es de aquellos que envidian otras como yo, y que otros envidian por querer ser un sueño como él, y lo llamaré: El Príncipe de las mareas. (Quizás, queriendo un hombre mostrarme en el horizonte unos barcos de pesca... tenía que haberse mostrado, en primer lugar, a él mismo, por que es el ser más venerado por todos los mares... siendo él: El Príncipe de las Mareas)

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