Qué ojos no quedarían ciegos de tanto mirarte, exhausta estoy al verte querido amanecer, nuevo día que me traerás novedades, agarrada a las rejas de mi balcón no quiero soltarme, y sí fijarme en el suelo de mi habitación y no tener prisa por irme ahora, que tu asomas tan hermoso, mi cálido amanecer. No puedo detenerme en un instante de tan variados matices y pinceladas en el cielo, porque cuando tú sales a verme, yo tengo que darte la espalda, correr, correr mucho, para llegar a tiempo a un lugar donde no te veo, entre cuatro paredes, un ordenador, y muchos documentos.... Presa de una libertad tan maravillosa, como estar junto a tí, tengo la obligación obligada de trabajar y no disfrutarte como yo quisiera. Otro día, un domingo, si me levanto pronto, que lo dudo, te cuento lo que me gustaría hacer contigo precioso amanecer... y ahí queda dicho, cada cual que invente o imagine que es lo que haré contigo, mi hermoso amanecer...
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