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jueves, 3 de noviembre de 2011

Mi humilde homenaje a la palabra




Arrendadas las palabras sin silencios a cambio, van y vienen por el espacio con diversos tonos, agudos o graves.
Estudiadas o no, espontáneas o cohibidas, las palabras fluyen por entre las masas acariciando a los dormidos o despertándolos de su profunda levedad. Algunas son inconscientes y otras son sensatas, las palabras tienen vida para quienes ponen una ligera atención y se van introduciendo en nuestro cofre mental, donde quedan guardadas a fin de poder de nuevo escapar. Emisores y receptores las usan dándole diversas formas y contenidos, las palabras siempre llegan a su destino, provocando a veces accidentes difíciles de subsanar si no es mediante nuevas palabras.
Las palabras azules, las verdes, las grandes, las pequeñas, las frías, las calientes, etc., no existen; en cambio si existen aquellas con su significado y se encadenan unas y otras hasta elaborar una forma de comunicación.
Si alguna vez te digo: "Yo no te entiendo", dime que es mentira, o podrías decirme: "eso es porque has leído poco", porque todas y cada una de las palabras tienen un mensaje.
Si me privasen de tus palabras yo enmudecería. Prefiero oir lo que dices aunque a veces no me guste, y me encanta oirte cuando te salen solas las palabras de amor por el canal de tu corazón, directamente al mío, palabras que se quedan decorando esa masa esponjosa colorada que le llaman así, corazón.
Y es que hay palabras de todo tipo, aquellas de las cuales nos hacemos seguidores, como la palabra de Dios, o la del político en su campaña, o la del maestro con su lección, o la del pasapalabra todos los días a las ocho en televisión. Pero a mí, las palabras que más me mueven a sentirme realizada son las de libre expresión y también las idealizadas, y éstas las he utilizado mal y bien, quizá por no darme cuenta de que he podido herir, enamorar, enfadar, decepcionar... pero al fin y al cabo LIBRES. Y es, cuando bajo la mirada atenta de sucesos de mi vida, me he sentido auténtica. La mala palabra, pongo por ejemplo la mentira, nunca hizo honor a mis principios, y si alguna vez la usé puedo asegurar que fue piadosa.
La palabra más hermosa, AMOR, esa que me conduce a tí, y no quiero desviarme de nuestro diccionario, el tuyo y mío, que en la primera página, en su índice existe una palabra inscrita, en mayúsculas, y marcada en negrita, así como subrayada, que llamándose "inicial" se puede leer J.J., tus iniciales, palabra de mis labios, palabra que nombro a diario, palabra de mi vida.
Así son mis palabras, las palabras, las tuyas, las de todos, son así todas las palabras y que escritas o de viva voz, deben ser, sobre todo, JUSTAS.

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